Biodiversidad, responsabilidad y conciencia
“La última prueba de la conciencia del hombre puede ser su disposición a sacrificar algo hoy por las generaciones futuras, cuyas palabras de agradecimiento no serán escuchadas”
– Gaylord Nelson //es.wikipedia.org/wiki/Gaylord_Nelson
México está entre los 5 países con mayor biodiversidad del mundo. Con 176 áreas declaradas como protegidas, el territorio nacional abarca 12% de la superficie continental y el 2% de la superficie marina del mundo. Comprende todo un mosaico ecológico que alberga el 10% de la biodiversidad del planeta. Desde la ballena gris en el Golfo de Baja California hasta el flamenco rosado en Yucatán. Desde la inmensidad del desierto hasta la profundidad del Mar de Cortés (el “acuario del mundo” –Jacques-Yves Cousteau) pasando por sierras, bosques y selvas. Además, México es el país con mayor número de especies endémicas, es decir, aquellas que no se desarrollan de forma natural en ninguna otra parte del mundo.
“Un gran poder conlleva una gran responsabilidad” –Franklin D. Roosevelt
Tristemente, la publicación más reciente de la Lista Roja de Especies Amenazadas (www.iucnredlist.org) de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, la máxima autoridad en estudio y monitoreo del medio ambiente en el mundo, ha ubicado a México como la nación que ha perdido más especies endémicas y la segunda (apenas atrás de EU) con más especies amenazadas, de las cuales 25% son endémicas de la región.
Algunos casos llegan a la opinión pública al ser expuestos en los medios: la vaquita marina endémica de Baja California, el jaguar desplazado del trópico a la sierra y hoy con menos de 4000 ejemplares, el único y emblemático ajolote mexicano, la supuestamente protegida rana de Moctezuma, el teporingo, el gorrión serrano que suele anidar en el zacate que quemamos cada año; el águila real, que aunque no es endémica de nuestro país, está en nuestro escudo nacional y es igualmente una víctima de la reducción de los espacios y lo que se podría llamar violencia ecológica. El caso del llamado lobo mexicano, el tiburón, el pez espada, etc.
A pesar de la popularidad que llegan a tener ciertos casos, no podemos negar que es un tema que preferimos mirar de reojo y culpar a la incompetencia de las autoridades competentes. Hablamos de más de 1200 especies de flora y fauna que luchan por su sobrevivencia y de las que nos venimos a enterar de su existencia ahora que están a punto de desaparecer.
La ignorancia es buen pretexto para la inacción, aunque sea fingida. Es necesario combatirla.
Aunque es polémico y controversial el nivel de responsabilidad del hombre en temas como el calentamiento global, es innegable que la actividad humana es la principal causa del deterioro ambiental del planeta. En todo el mundo, las especies animales y vegetales nativas se ven acorraladas por la expansión urbana y la fragmentación de territorios provocada por vías de transporte y comunicación, la explotación irracional de los recursos naturales, desequilibrios en la cadena alimenticia, las diversas formas de contaminación ambiental (incluidas las radiofrecuencias y el 5G), así como los incontables efectos del cambio climático. A todo ello debemos sumar la explotación, sobre-explotación, abuso y maltrato animal.
De acuerdo con la última edición del Living Planet Index del World Wide Foundation (WWF) solo 40 años de actividad humana bastaron para acabar con más de la mitad de la fauna silvestre de todo el planeta, pues 60% de los mamíferos, aves, peces y reptiles desaparecieron entre 1970 y 2014. Recordemos: la extinción es para siempre.
Es una situación que va más allá de cualquier autoridad, presupuesto o política ambiental. Es, en nuestra opinión y en última instancia, una cuestión de conciencia y responsabilidad tanto a nivel individual como a nivel regional y global. Es tiempo de superar prejuicios culturales, mezquinos intereses económicos y susceptibilidades religiosas. Levantar la mirada y contemplar “the big picture”.
Actuamos sin cuestionar nuestro derecho sobre la naturaleza y legislamos como si estos recursos fueran simples ítems de inventario. Tarde o temprano, también al ser humano le tocará pagar el costo de esta factura
Debemos asimilar las lecciones del pasado. Hoy sabemos que la sobre-explotación y el abuso generan un desequilibrio que puede llevar al auto-exterminio, a la desaparición de civilizaciones enteras. Los imperios más fuertes sucumbieron ante los cambios en el ambiente provocados por su propia expansión.
La clave está en buscar el equilibrio sostenible por encima de la inmediata ganancia comercial.
La corrupción y el mero interés económico suelen ser la causa o al menos el agravante del desequilibrio ambiental. Las leyes deben buscar maneras estratégicas y ecológicas de recuperarlo, por la mala. Pero por la buena, con conciencia, todos podemos ayudar, adquiriendo una nueva visión de nuestra posición y responsabilidad ante la naturaleza y su conservación.
No debemos considerar que el problema sólo atañe a las autoridades. La sobrevivencia y bienestar de todos está en juego. Sin participación, responsabilidad ni conciencia por parte de la población del mundo, no habrá política ni programa alguno que funcione. Pero, ¿qué podemos hacer?
Aquí te compartimos algunas consideraciones y recomendaciones al respecto
La demanda es lo que da valor de la aleta de tiburón, el buche de totoaba y muchos otros casos cuya explotación descontrolada causa tantos estragos no sólo ambientales sino que también son comúnmente fuente de enfermedad, dolor y sufrimiento. Tenemos el poder de cambiar esto. Se recomienda no fomentar el comercio de animales, productos y derivados, sobre todo si provienen de especies en peligro de extinción. No compres un perrito, mejor adoptarlo. No tengas animales salvajes como mascotas, por más de moda que estén en las redes sociales.
- Recomendamos proveer a los animales domésticos y de granja la atención, el espacio adecuado, una alimentación y una atención médica correcta que les permita una vida digna.
- La planeación familiar parece un asunto pasado de moda, pero ya somos suficientes ¿no crees?
- Reducir el consumo de carne es una práctica sana para ti y para el ambiente.
- Verifica el origen de los productos que se consume y elige las marcas que demuestren responsabilidad ambiental y sanitaria.
- Infórmate sobre la situación del territorio y mares, así como las políticas de protección de especies en tu región. Conoce qué especies están amenazadas y qué medidas se han tomado (o no) para su conservación. Comparte tu conocimiento con quienes te rodean.
- Apoya a las organizaciones que se dedican a la lucha contra la pesca y la caza ilegal.
- Reduce las emisiones contaminantes. Evita los plásticos de un solo uso, usa la bici en lugar del auto y ocupa las bolsas de tela en el super.
- Limita el uso de insecticidas y pesticidas, sobre todo si no son amigables con el ambiente. Infórmate de qué químicos ocupan y cuáles son sus riesgos ambientales. Recuerda que muchos de esos químicos no solo son contaminantes, sino que algunos son cancerígenos y pueden terminar en los alimentos que consumimos.
- Participa de programas de recuperación ambiental y denuncia los abusos que encuentres. Existen sitios como hagamoseco.org de Greenpeace donde puedes publicar tus denuncias y propuestas, y recabar las firmas para que tu petición sea escuchada e implementada. Pero si en verdad te molesta esa botella de plástico a la orilla del río, no le tomes foto y la subas a tu red social. Mejor usa tus manitas para ponerla en el contenedor apropiado. Te sentirás mejor.
En Suvet proveemos productos para la atención médica y cuidado animal y ponemos a sus órdenes nuestra asesoría y orientación en estos temas, tratando de poner nuestro granito de arena a favor de una explotación racional e inteligente de los recursos naturales y una relación más cordial con el medio ambiente del que formamos parte.