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Uso indebido de Diamino en el ámbito deportivo

Uso indebido de Diamino en el ámbito deportivo

Aquí les presentamos una nota sobre el uso indebido de Diamino en el beisbol. Es por este tipo de casos que Suvet solicita receta médica para la venta de productos controlados.

Esta nota originalmente fue publicada aquí:

http://www.espn.com.mx/nota?id=229232

Peloteros drogadictos

Para empujar su lanzamiento sobre el umbral mágico de las 90 millas por hora, Francis Aquino se inyectaba 1 ó 2 centímetros cúbicos de un aditivo marrón que pensaba que era vitaminas

Actualizado el 30 de abril de 2004
Por TOM FARREY
ESPN.com

SANTO DOMINGO (Enviado Especial) — Francis Aquino le dijo a la enfermera que la sustancia marrón, parecida a un jarabe, eran vitaminas. Él había transferido el líquido a una botella etiquetada como tal, y ella no dudó de él cuando llegó a su casa, en su empobrecida ciudad natal de Azua, sobre la costa sur de la República Dominicana.

No era del todo una mentira. Diamino, el preparado veterinario que él le estaba pidiendo que le inyectara en las nalgas, incluye un complejo de vitaminas B. Pero la sustancia también incluye al menos un elemento no aprobado para el empleo humano, y el producto fue expresamente elaborado para acelerar la recuperación de animales enfermos, como caballos, vacas y gallos de lucha.

Aquino, un lanzador diestro, se había dicho a sí mismo meses antes que nunca volvería a usar Diamino. Pensó que se había asustado lo suficiente después de los desagradables magullones que aparecieron sobre su espalda, y de que sus músculos comenzaran a ponerse tensos de un modo incontrolable. Pero aquí estaba otra vez, un día antes de una prueba con los Expos de Montreal, buscando un aditivo que pudiera empujar su bola rápida más allá del umbral mágico de las 90 millas por hora.

Por lo general se inyectaba 1 centímetro cúbico. Esta vez le dijo a la enfermera que necesitaba 2 centímetros cúbicos.

“No soy un adicto, pero me hacía falta en ese momento”, dijo Aquino. “Tenía una prueba y debía mejorar mi velocidad. Lo usé, pero con miedo”.

Su preocupación era justificada. En la República Dominicana, donde el béisbol a menudo es visto como la única posibilidad de evitar una vida de pobreza, al menos dos jugadores han muerto en los últimos cuatro años después de tomar sustancias veterinarias, en un intento desesperado de asegurar un contrato con algún equipo del Major League Baseball.

Nadie ha contado el número total de cadáveres, y no hay estudios de cuántos jugadores toman sustancias peligrosas que supuestamente mejorarán su rendimiento. Pero hay una sensación creciente de que, en la otra punta de la tubería que ha provisto una cantidad de jugadores dominicanos a las grandes ligas, jóvenes prospectos se inyectarán casi cualquier cosa si creen que eso puede ayudarles a acercarse a un equipo.

“Tenemos un problema social aquí”, dijo José Escarramán, un ex profesor de escuela superior que ahora preside la Asociación Nacional de Programas de Béisbol Independientes, una organización con base en Dominicana que trabaja para mantener a los niños en la escuela y lejos de sustancias como Diamino. “Tenemos muchos jugadores que usan estas cosas”.

Un lanzador de Santo Domingo, que pidió permanecer anónimo por miedo a espantar a los equipos de grandes ligas que podrían estar interesados en él, estima que el 80 por ciento de sus pares usa alguna forma de esteroides anabolizantes o, más a menudo, sustancias veterinarias.

Aquino, quien a la edad de 22 años es probablemente demasiado viejo para firmar con un equipo del MLB, dijo que el uso de estos productos es casi universal.

“Todos mis compañeros de equipo han usado estas sustancias”, afirmó Aquino. “Lo hacen porque estamos siempre buscando una forma de mejorar; de modo que siempre que aparece un nuevo esteroide, queremos probarlo. Uno experimenta para ver si puede mejorar”.

Los jugadores a menudo compran estas sustancias en tiendas de animales, donde encuentran gran variedad de esteroides y otras sustancias menos caras, creadas para tratar animales.

Juan Silfa, un veterinario y propietario de un local de mascotas en La Romana, dijo que dejó de vender productos populares entre los atletas hace un año, porque ya no quería ser parte del problema.

“Yo les explicaba, ‘Soy un veterinario, esta es una veterinaria y estos son productos veterinarios, ¿qué estás haciendo aquí? ¿Qué estás buscando?'” contó Silfa. “Pasaba mucho tiempo explicándoles por qué no podían usar [esas sustancias], pero ellos no lo entendían”.

George Bell, quien jugó 12 años en las Grandes Ligas, la mayor parte de ellos con los Azulejos de Toronto, ahora vive y trabaja en la polvorienta ciudad costera de La Romana. La misma ciudad donde Lino Ortiz, un receptor de 19 años de edad, murió en julio de 2001. La misma ciudad donde Guillermo Félix, un primera base de 18 años, según se informa sufrió el mismo destino. Ambos habían tomado sustancias veterinarias.

“Si seguimos así otros cinco o seis años, usted no va a encontrar jugadores de béisbol”, sentenció Bell. “Usted va a encontrar drogadictos.”

Bell tomó verdadera conciencia del problema cuando dos de sus hijos le preguntaron si debían tomar esteroides. “Ellos ven a muchos niños que lo hacen,” comentó. “Ellos dicen que este chico lo hizo y aquel otro lo hizo. Yo les dije no está bien hacerlo, porque no es legal.”

Diamino, posiblemente la sustancia más popular entre los jugadores de béisbol dominicanos, no contiene esteroides anabólicos, contrariamente a lo que creen Aquino y muchos jugadores. Fabricado por Fort Dodge Animal Health, una división de la empresa farmacéutica estadounidense Wyeth, está compuesto de nueve vitaminas y minerales, incluido hierro, vitaminas B y extractos de hígado.

Fort Dodge rechazó la solicitud de una entrevista con un funcionario de empresa. Pero en una declaración preparada, el portavoz Kelly Goss escribió que la mayor parte de los elementos del producto no son “considerablemente diferentes de aquellos encontrados en suplementos vitamínicos para humanos”.

A diferencia de las píldoras de vitamina diarias que mucha gente toma, sin embargo, Diamino es administrado en forma intramuscular o intravenosa, lo cual hace que el cuerpo lo asimile más fácilmente que cuando se toma por vía oral.

Las vitaminas ingeridas oralmente le permiten al cuerpo una mayor protección, porque el cuerpo toma sólo lo que necesita y elimina el resto a través de la orina. Pero cuando las vitaminas y minerales son inyectados directamente en el flujo sanguíneo, órganos críticos como el corazón se ven forzado a lidiar con la sobrecarga.

“Si alguien lo toma por boca, podría no tener problemas. Si se lo inyecta, podría significar la muerte”, dijo Scott Stanley, un veterinario de equinos en la Universidad de California-Davis. “Se trata de un producto pensado para tratar animales grandes, de modo que puede ser 10 veces más fuerte de lo que por lo general la gente toma”.

La etiqueta de Diamino, un producto que no se vende en los Estados Unidos, no contiene información para el uso humano. “Es realmente fuerte, así que tienes que dejar de usarlo después de tres meses y descansar cuatro”, dice Aquino con la confianza de un doctor.

Diamino también contiene un mineral, citrato férrico, que no se encuentra en suplementos nutricionales humanos. “El citrato férrico en Diamino es seguro para ser inyectado en animales, pero sus efectos secundarios potenciales para el hombre son desconocidos, debido a que el producto nunca ha sido probado en seres humanos, ni ha sido etiquetado para tal uso,” escribió Goss.

El citrato férrico es una combinación de hierro y ácido cítrico que puede ser riesgoso para el hombre, dijo Stanley. A órganos como los riñones les cuesta mucho procesar una gran cantidad de hierro, un metal pesado que puede volverse tóxico cuando es ingerido en abundancia. “Definitivamente no es una sustancia aprobada para su empleo en un producto para humanos,” señaló Stanley.

Otro peligro potencial para los atletas que utilizan sustancias inyectables es el empleo de agujas sucias, lo cual puede llevar a infecciones. Para el pobre y desesperado, estas agujas no son difíciles de encontrar. Un jugador de Santo Domingo que no ha firmado aún con el MLB y ha consumido Diamino, dijo que a menudo ve agujas desechadas cerca de los campos de pelota en el parque del centro de la ciudad, donde él entrena.

“Hay muchas personas que quieren llegar a las grandes ligas, para firmar, para ser alguien, para ayudar a su madre,” dijo Pedro, quien solicitó que su apellido no sea publicado. “Como yo. Yo quiero ayudar a mi familia. Mis amigos me dicen que me apure, así puedo ayudarlos”.

Pedro confesó que comenzó a usar Diamino después de ver los resultados que logró un amigo que fue contratado por los Florida Marlins. Después de tomar la sustancia durante seis meses, su amigo, un lanzador al igual que él, le dijo a Pedro que su bola rápida había pasado de menos de 70 millas por hora a más de 90.

“Entonces traté de usarlo,” dijo Pedro. “La primera vez que lo probé, practiqué todo el día. Pensé que era lo máximo”.

Cinco días más tarde volvió a usarlo, pero lo que sintió esta vez lo aterrorizó. “Corrí y corrí, pero cuando volví a casa pensé que me iba a morir”, relató. “No podía respirar. Estuve despierto toda la noche. Sentía que me asfixiaba”.

Atemorizado, dijo que dejaría de usar Diamino después de eso.

La causa exacta de la muerte de Ortiz permanece desconocida. Su padre, Marino, se rehusó a permitir una autopsia. Lo que se sabe es que poco después de inyectarse en su hombro izquierdo lo que más tarde le dijo a su padre que era Diamino, su brazo comenzó a hincharse.

“Yo siempre le decía que no tenía que precipitarse [en el béisbol], que no le hacía falta eso para poder comer”, dijo Marino Ortiz, un camarero de hotel, cuya esposa es profesora terciaria. “Por más humildes que fuéramos, podíamos proveerle lo necesario”.

A diferencia de muchos jóvenes dominicanos, Lino tenía la opción de una carrera. Se había graduado de la escuela superior. Como su hermano mayor Starsky, que sigue ingeniería civil, él era estudiante universitario, especializado en administración de turismo. Su padre esperaba que un día su hijo fuera un trabajador profesional, no un atleta profesional.

Pero Lino soñaba con jugar al béisbol para vivir, aunque su ventana de oportunidad se estuviera cerrando. Ya había fallado en dos pruebas con equipos de ligas mayores.

El Béisbol de Grandes Ligas restringe el número de prospectos de edad avanzada en los planteles de las ligas de novatos de los Estados Unidos. En el tiempo de Lino Ortiz, el límite era de cuatro jugadores de más de 20, de los cuales sólo dos podían ser mayores de 21. (La restricción ha sido ajustada desde entonces, a 12 y ocho, respectivamente). “Muchos scouts no firmarían a un chico de 18, 19 ó 20 años,” dijo Rafael Pérez, gerente de la oficina latinoamericana del MLB, que está basada en Santo Domingo.

De modo que, durante la tarde previa a la prueba con los Filis de Filadelfia, Ortiz se inyectó esperanza en el cuerpo, buscando poder mostrar un poco más de potencia. Dos días más tarde, ya enfermo y tomado por el dolor, le confesó todo a su padre, un devoto católico.

“Le has fallado a Dios como tu creador y mí como tu padre”, Marino dijo a su hijo. “¿Sabes lo que puede pasarte?”

“La muerte”, respondió el hijo.

“Entonces prepárate a recibir lo que Dios tenga para ti,” dijo Marino.

“Bueno, papá,” dijo Lino, y bajó la cabeza y empezó a rezar.

Lino entró en shock a las 10:30 de la mañana del día siguiente, y murió con su padre al lado. Su cuerpo yace ahora en una tumba al fondo de un apretujado cementerio en La Romana. Marino viene aquí a menudo, habla con su hijo y barre la basura que se acumula al borde de la caja blanca de concreto. Sobre una pared gris al lado de la tumba, para que los amigos de Lino puedan encontrar a su hijo, Marino pintó en letras blancas, “Aquí Lino”.

Pese a las protestas de su esposa, que quiere que la familia supere el drama emocional, Marino compartió su la historia, porque los peloteros siguen usando Diamino y otras sustancias peligrosas.

“Lo que le pasó a mi hijo puede pasarle a otros niños,” dijo Ortiz. “Hago esto para que la juventud en Santo Domingo, Miami, Houston, Caracas, Puerto Rico y otros lugares del mundo vea mi dolor”.

Ortiz trabaja ahora con Fernando Mateo, un activista dominicano con base en Nueva York, para generar una legislación que obligará a los jugadores a someterse a un control de drogas para que su contrato profesional sea validado. Los datos concretos de la ley, que tiene apoyo preliminar de miembros clave del senado dominicano, están siendo resueltos, pero se considera exigirle a los equipos de la Major League Baseball que administren las pruebas y paguen los costos.

Rob Manfred, quien dirige todos los programas relacionados con drogas para el MLB, como vicepresidente ejecutivo para relaciones de trabajo y recursos humanos, dijo que no estaba enterado de que esa legislación estaba en camino. Pero, en principio, dijo que el MLB probablemente no se opondría a un esfuerzo por requerir el examen de todos los peloteros cuando firman contrato.

Aproximadamente 400 adolescentes dominicanos firman cada año, y cada prueba de esteroides cuesta aproximadamente 125 dólares. Potencialmente, los gastos totales para tal programa serían de alrededor de 50,000 dólares.

“Hay un costo asociado con las pruebas, pero es un costo que el comisionado [Bud Selig] está dispuesto de apoyar”, declaró Manfred.

Después de que, en 2003, el Washington Post informara por primera vez sobre el uso de esteroides y sustancias veterinarias por parte de los peloteros dominicanos, el Major League Baseball se comprometió a ampliar su programa de prevención de drogas a Dominicana a partir de 2004.

Escarramán dijo que él duda de la sinceridad de los funcionarios del MLB en relación con el problema. “Ellos saben exactamente qué es lo que pasa,” aseguró, “y creo que es tiempo de ser honestos, decir la verdad y empezar a ayudar a estos niños.”

Algunas soluciones, sin embargo, están más allá del control del béisbol.

Los dominicanos a veces se refieren a su país como “El País de las Maravillas”, porque allí el dinero puede comprar prácticamente cualquier cosa. Algunos propietarios de tiendas de mascotas, como Silfa, han quitado los productos como Diamino de sus estantes. Otros no permitirán comprarlos sin una receta médica. Al menos dos empleados de tiendas de mascotas dijeron a ESPN.com que ellos no les venderían esas sustancias a jugadores de béisbol, si supieran cuáles de sus clientes son jugadores de béisbol.

Pero ese tipo de discreción está lejos de ser la norma.

Aquino demostró lo fácil que las tiendas de mascotas les venderán esos productos a los peloteros. Vestido como un jugador de béisbol, y con una gorra de los Bravos de Atlanta en la cabeza, entró en una popular veterinaria en una zona pobre de Santo Domingo, y pidió al empleado dos botellas de Diamino.

“¿Quieres esto para dos personas?” preguntó el vendedor.

“Sí”, contestó Aquino.

Aquino le dio 16 dólares al empleado, que le dio los envases y un consejo. “Ten cuidado con esto,” dijo.

Aquino salió de la tienda con su preparado veterinario.

Aquino no usará el Diamino. Dijo que ya no toma más la sustancia. Incluso con la ayuda que dice que le proporcionó Diamino, los Expos lo dejaron pasar; su bola rápida nunca superó las 88 millas por hora. Pero no tiene dudas de lo que otros harán con el espeso líquido marrón, que bien puede representar esperanza embotellada.

“Es para animales, pero uno siempre toma riesgos”, dijo él. “Siempre estamos tratando de mejorar”.

Tom Farrey es redactor senior de ESPN.com. Traducción de Gustavo Fillol Day

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